Hoy se conmemora el 200 aniversario del nacimiento del naturalista inglés Charles Darwin (1.809-1.882). Durante 150 años su nombre ha estado ligado al concepto de evolución al presentar las pruebas con la publicación de su libro El origen de las especies en 1.859.
Su principal contribución fue demostrar que los seres se transforman y que existe una evolución de forma coherente. No fue hasta principios del siglo XX, con el descubrimiento de los mecanismos de la herencia (Mendel), que Darwin cobrase importancia. Hasta entonces tenía muy pocos seguidores. Su teoría de la selección natural (1.838) que dice que el medio favorece a los organismos más eficaces para que dejen más descendientes, obtuvo confirmación práctica con las Leyes de Mendel y contribuyó a abrir otros caminos en la investigación de la ciencia moderna. La vida y la evolución, para la mayoría de los científicos actuales, son inseparables como la materia y la gravitación. Que los seres vivos se van adaptando y transformando lentamente a medida que las generaciones se suceden está tan demostrado que ya no es una mera teoría.
El significado "revolucionario" de las teorías de Darwin para el ser humano no tenía precedentes en el siglo XIX. Era una visión diferente que modificaba nuestro pensamiento como especie y nuestra opinión sobre el mundo que nos rodea. Hasta ese momento se pensaba que cada organismo y cada persona ocupaba un lugar fijo en el mundo, inamovible. que conformaba también nuestra posición en la sociedad.
Aunque sus teorías evolucionistas son comúnmente aceptadas en el mundo científico, el posterior desarrollo e investigación, tomando como base dichas teorías, siempre se ha topado con la moral y las ideas religiosas. Lo que Darwin escribió de que "el hombre y los primates (el mono) podrían tener un antepasado común" fue transformado por sus detractores en que "el hombre desciende del mono" como simplificación para desautorizar su obra. Ello les vino muy bien a multitud de nuevos predicadores de la moral religiosa que también obtuvieron cierto auge gracias a Darwin.
Darwin falleció el 19 de abril de 1.882 y sus restos mortales descansan en la Abadía de Westminster junto a los de John Herschel e Isaac Newton.
Ver biografia.
Su principal contribución fue demostrar que los seres se transforman y que existe una evolución de forma coherente. No fue hasta principios del siglo XX, con el descubrimiento de los mecanismos de la herencia (Mendel), que Darwin cobrase importancia. Hasta entonces tenía muy pocos seguidores. Su teoría de la selección natural (1.838) que dice que el medio favorece a los organismos más eficaces para que dejen más descendientes, obtuvo confirmación práctica con las Leyes de Mendel y contribuyó a abrir otros caminos en la investigación de la ciencia moderna. La vida y la evolución, para la mayoría de los científicos actuales, son inseparables como la materia y la gravitación. Que los seres vivos se van adaptando y transformando lentamente a medida que las generaciones se suceden está tan demostrado que ya no es una mera teoría.
El significado "revolucionario" de las teorías de Darwin para el ser humano no tenía precedentes en el siglo XIX. Era una visión diferente que modificaba nuestro pensamiento como especie y nuestra opinión sobre el mundo que nos rodea. Hasta ese momento se pensaba que cada organismo y cada persona ocupaba un lugar fijo en el mundo, inamovible. que conformaba también nuestra posición en la sociedad.
Aunque sus teorías evolucionistas son comúnmente aceptadas en el mundo científico, el posterior desarrollo e investigación, tomando como base dichas teorías, siempre se ha topado con la moral y las ideas religiosas. Lo que Darwin escribió de que "el hombre y los primates (el mono) podrían tener un antepasado común" fue transformado por sus detractores en que "el hombre desciende del mono" como simplificación para desautorizar su obra. Ello les vino muy bien a multitud de nuevos predicadores de la moral religiosa que también obtuvieron cierto auge gracias a Darwin.
Darwin falleció el 19 de abril de 1.882 y sus restos mortales descansan en la Abadía de Westminster junto a los de John Herschel e Isaac Newton.
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